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Cuando tu manager trabaja en otra zona horaria: cómo coordinarse sin morir en el intento

Trabajar con un jefe que está en otra zona horaria es como jugar una partida de ajedrez… pero en relojes distintos. Cuando tú empiezas tu jornada, él quizá está terminando la suya, y viceversa. Esto significa que cualquier comunicación mal calculada puede retrasar tareas un día entero.


Al principio, esta diferencia horaria puede parecer una barrera enorme. Recuerdo cuando empecé a trabajar con un manager que estaba 7 horas por detrás. Yo enviaba un mensaje por la mañana y no obtenía respuesta hasta que ya era casi hora de irme a casa. Resultado: los proyectos avanzaban mucho más despacio de lo que podrían.


La solución empezó con algo muy simple: mapear nuestras horas de solapamiento. En nuestro caso, solo teníamos dos horas al día en las que ambos estábamos trabajando al mismo tiempo. Esas dos horas se convirtieron en sagradas para resolver temas urgentes, tener reuniones rápidas y tomar decisiones que no podían esperar.


Además, adoptamos herramientas que nos ayudaran a mantener la comunicación sin depender siempre de la inmediatez:

  • Google Docs para trabajar en documentos en tiempo real o dejar comentarios claros.

  • Slack con mensajes programados para que llegaran a la hora más adecuada para él.

  • Agendas compartidas con visibilidad en doble huso horario para evitar confusiones.


Otro truco que funciona muy bien es preparar el terreno antes de su inicio de jornada: dejar listas las tareas, los documentos y las preguntas de forma que, cuando él comience a trabajar, tenga todo lo necesario para avanzar sin esperar a que yo esté online.


Y, muy importante, establecer expectativas claras. Acordar qué temas son urgentes y cuáles pueden esperar evita que ambos vivamos pendientes del teléfono o del email a horas intempestivas.


Trabajar con un jefe en otra zona horaria no tiene por qué ser un caos. Con planificación, las herramientas adecuadas y rutinas claras, puedes convertir esa diferencia de horas en una ventaja: mientras él duerme, tú avanzas; mientras tú descansas, él revisa. Y así, el trabajo nunca se detiene.


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